viernes, 30 de marzo de 2012

1.3- La Economía Novohispana


La conquista puso en contacto al viejo ya nuevo mundo, y el noroeste favoreció la apertura de nuevos mercados. Algunos conquistadores arriesgaron sus ganancias en toda clase de inversiones y aprovecharon la coyuntura de la construcción de villas y ciudades y la necesidad de abastecer a los colonos de todo lo necesario.

El primer abastecimiento procedió de la agricultura indígena que pronto se benefició con la llegada de semillas, animales domésticos, rotación de cultivos, abundó animal, uso de azadas y arado y sistema de riego. Los indios adoptaron algunas técnicas, lo que contrarrestó la declinación demográfica, pero se resistieron al cultivo del trigo. Éste se produjo en tierras de españoles, con tal éxito en el valle de Atlixco, y el bajío, que empezó a exportar hacia las islas. Cortez y la corona favorecieron la agricultura. El conquistador importó todo lo que consideró un pie e inició el cultivo de azúcar y el primer ingenio.

Con la consolidación de la agricultura, ésta sufrió acomodos. La disminución de la población permitió que los españoles aquí tengan grandes extensiones de tierra, que albergaron grupos familiares que se establecieron dentro de sus límites como servidores hijos. La prohibición del endeudamiento en cantidades importantes limitó el peonaje. Las grandes haciendas se extendieron hacia el norte.

También se ubicaron haciendas alrededor de México, puebla y Guadalajara, cerca de caminos para sacar sus productos. Las grandes haciendas produjeron diversos cultivos y ganado, lo que favoreció la formación de pequeños mercados regionales.

La llegada de ganado afectó el paisaje y la dieta. Los animales se importaron masivamente hice el occiso proliferar. La cría de mulas alcanzó gran demanda para las minas y los transportes. Los ejidos indígenas se poblaron de ovejas, puercos, gallinas y cabras. La ganadería mayor fue monopolizada por los españoles y su rápido crecimiento causó daños considerables a las siembras de los indios. Para frenar la autosuficiencia del reino, la corona prohibió el cultivo de vid y el olivo. A la gran exportación de metales preciosos, se añadirían poco a poco la del añil y grana cochinilla; que entrarían en el mercado europeo y, desde luego, se impuso la exportación de metales preciosos.

La apertura de minas requirió de abastecimiento y animales, lo que favoreció que las rodearan haciendas productoras de grano y ganado. Al principio se beneficiaron lavaderos de oro, que pronto se agotaron. A partir de 1532 la explotación se centró en la plata: en 1546 se descubrieron los ricos yacimientos de Zacatecas 10554, los de Guanajuato, a los que siguieron otros hacia el norte y hacia el sur. La falta de mano de obra y la hostilidad de los chichimecas frenaron el proceso minero hasta que aparecieron ciudades intermedias: San Miguel (1555), Celaya (1581), León (1576), Durango (1563) y Saltillo (1577). El desarrollo de la minería se favoreció por el método de patio en 1557 y la rebaja del impuesto real a undécimo. Como las minas podían escrutarse un solo denunciarlas y trabajarlas, hubo enriquecimientos rápidos, que también se evaporaron de la misma manera. La minería sorteo tres problemas: mano de obra, escasez de capital y abasto de azogue. En 1631 se consiguieron repartimiento es para las minas, pero los mineros no tardaron en favorecer trabajadores libres asalariados junto para asegurarse créditos los usuarios, los mineros empezaron a comprar haciendas. El problema del azogue provocado por la irregularidad en su abasto turbo hasta el siglo XVIII, en que la corona rebajó el precio hilo proveyó para favorecer el aumento de la producción de plata. Los trabajadores de las minas mantuvieron su libertad de movimiento que incluían indios que huían del pago de tributos. Gozaban de mejores sueldos y condiciones e incluso un pago proporcional al metal que extraían.

La producción minera estímulo el desarrollo económico interno, pero casi todos exportarla, ya fuera en lingotes o amonedada. Los artesanos españoles que llegaron, ofrecieron otra nueva transmisión de conocimientos a los indios, que aprendieron los oficios, a excepción de plateros y orfebres los españoles defendieron para sí. Los obrajes de lana, seda y algodón, utilizaron tanto mano esclava como asalariada y también de presos.

El comercio se favoreció  con la ampliación de mercados, aunque los productos americanos, a excepción de los metales preciosos, los colorantes y las pieles tardaron en ser aceptados en Europa. En cambio, la nueva España se convirtió en un gran mercado de instrumentos, semillas, animales y artículos de lujo europeos y asiáticos, llegados por mar y conducidos por arriería al interior. La casa de contratación de Sevilla determinó que el comercio siquiera por grandes flotas que partían de Cádiz a Veracruz y de Manila a Acapulco, lo que permitía fiscalizar las y protegerla de piratas ingleses y holandeses. Eso convirtió a México en centro de comunicación de los dos extremos del imperio. El comercio siguió el modelo mercantilista, monopolista y centralizado por la metrópoli, y no fue sino a fines del XVIII que dejó de estar limitado a un puerto determinado, primero Sevilla y después Cádiz. En ocasiones los comerciantes españoles eran simples intermediarios de los extranjeros. Un sistema tan restringido era costoso por eso los borbonés los suprimirían.

En el siglo XVII, el comercio interno se incrementó al reducirse el tráfico con la metrópoli y lograrse cierta autosuficiencia. Los nuevos caminos de Herradura facilitaron el comercio y el surgimiento de nuevos poblados. Cuando éstos quedaron en el cruce de caminos se transformaron en centros activos de comercio, manufactura y agricultura, como en el caso de Querétaro. Las ganancias del comercio las monopolizó el grupo del consulado de México, que acumuló capital gracias a la construcción del cobro de los impuestos de importación y las alcabalas internas, puesto que antes de las reformas borbonas del siglo XVIII, el estado español careció de burocracia fiscal.

La nueva España alcanzó su madurez en el siglo XVIII, cuando minería, ganadería, agricultura, comercio y producción de manufactura se consolidaron y promovieron la prosperidad del reino que se convirtió en una verdadera potencia, que emprendería incluso la expansión del virreinato hacia el norte.

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