viernes, 30 de marzo de 2012

8.1- La Política de la Unidad Nacional (1940 - 1946)



   El final del periodo presidencial de Lázaro cárdenas, en diciembre de 1940, coincidió con la intensificación de la segunda guerra mundial. El gobierno del General Ávila Camacho encontró la coyuntura internacional particularmente favorable, pues la simpatía del gobierno mexicano -que no necesariamente del opinión pública-por las potencias aliadas, le permitió sentar como base de su gobierno el principio de la " unidad nacional" ante las amenazas que surgían del entorno internacional. Así, en nombre del patriotismo y la democracia, el nuevo Presidente se propuso consolidar el centro del espectro político y neutralizar a los extremos de la derecha y la izquierda.

   Partiendo de lo que consideraba una situación de emergencia, el nuevo gobierno dejó muy rápido de lado la visión cardenista del conflicto social e ideológico -campesinos contra terratenientes, trabajadores contra capital, estado contra iglesia-para colocar en su lugar una visión de colaboración patriótica de las clases.

   En el plano de la ideología, y sin encontrar mayores resistencias, se puso fin a la llamada educación socialista, remplazándola con una visión más convencional.

   Ávila Camacho se declaró públicamente " creyente", es decir, católico. Con esta posición la relación iglesia - estado encontró un modus operandi satisfactorio para ambas partes. A la iglesia católica se le dejó volver a expandir su influencia en el sistema educativo privado y, en forma sistemática, aunque informalmente, se le consultó en áreas en que tenía interés directo. Este arreglo, con muy pocas modificaciones, se sostuvo por los siguientes 50 años.

   El movimiento obrero organizado, encabezado por la CTM, no tuvo ningún reparo en detener su ofensiva sindical como contribución a una economía internacional de guerra, que era el área en que México podría y quería hacer su esfuerzo principal. Vicente lombardo Toledano dejó la secretaría General en 1941 y su lugar lo ocupó Fidel Velázquez, que no nada de ideólogo y sí mucho de pragmático. En 1942, la CTM y la CROM firmaron un pacto de unidad sindical que, de hecho, eliminaba la huelga como instrumento de presión de la clase obrera. La reforma agraria perdido ímpetu: el reparto de las tierras durante este sexenio fue menos de un tercio de lo que había sido durante la presidencia de Lázaro cárdenas.

   En materia internacional, México mantuvo una neutralidad con claras simpatías por los aliados, hasta que, en mayo de 1942, dos buques petroleros mexicanos fueron torpedeados por submarinos alemanes en el golfo de México: el " potrero de llano" y el " faja de oro". Al finalizar ese mes, sin recibir respuesta de Alemania sus reclamos, México se declaró " el estado de guerra" contra las potencias del eje. La guerra llevó, de manera natural, aquel modesto ejército mexicano se modernizará a marchas forzadas -se adquirió nuevo y mejor armamento en estados unidos-, se profesionalizara y se creará el servicio militar nacional, pues se le consideró necesario para una posible defensa del territorio.

   Para entonces, y por disposición del Presidente Ávila Camacho, se había eliminado al sector militar del PRM y se había declarado neutral al ejército en materia de política partidista. Los militares con vocación política podrían afiliarse, individualmente, a los partidos de su preferencia, aunque el sobrentendido era que lo harían al PRM por la vía del sector popular. La tarea principal de las fuerzas armadas -que en el nivel de gabinete quedaron bajo el mando del ex Presidente cárdenas-fue la vigilancia de la costa del pacífico, que se supuso que, en caso de presentarse en un intento de desembarco japonés en el hemisferio occidental, especialmente en la península de California. Más adelante, y como contribución simbólica al esfuerzo bélico, México envió un escuadrón de caza -el 201, con 300 efectivos-al pacífico, y estaba preparando al segundo cuando la guerra concluyó en 1945.

   La contribución más sustantiva de México a la guerra no fue militar sino económica: la producción y exportación de materias primas. Este intercambio fue regulado por un tratado de comercio, el primero del siglo entre México y estados unidos. El otro renglón importante fue el envío de trabajadores a estados unidos -programa de braceros -para sustituir a los jóvenes reclutados por el ejército estadounidense. El llamado " acuerdo de braceros" fue firmado en agosto de 1942. Para 1945, ya habían salido rumbo a estados unidos 167 925 trabajadores mexicanos, amparados por este documento. A ellos habría que añadir un buen número de ilegales, de los que casi 100000 fueron aprehendidos en su intento por cruzar la frontera además de 19021 trece fueron legalmente aunque por su cuenta sin la protección del acuerdo. Finalmente, casi un cuarto de millón de mexicanos fueron reclutados por el ejército estadounidense, 14000 de ellos en calidad de combatientes, de los cuales hubo alrededor de mil bajas.

   El cambio de prioridades, que la guerra impuso a estados unidos, dio por resultado las condiciones necesarias para que México resolviera en términos muy favorables algunos problemas de naturaleza político-económica que se venían arrastrando desde hacía hace tiempo en la relación con los estadounidenses. Fue así como entre 1941 y 1943 se llegó a una serie de arreglos en torno a:
El monto de la indemnización de las empresas petroleras estadounidenses expropiadas en 1938 y con las que aún no se había llegado a ningún acuerdo (30 millones de dólares)
La liquidación de la deuda externa con los tenedores estadounidenses y europeos, y cuya falta de pago se remontaba a 1914 (49.6 millones de dólares, equivalentes al 10% de la cifra originalmente demandada y un plazo de 25 años) El pago de las reclamaciones generales y de aquellos que tuvieron lugar durante la revolución (40 millones de dólares) Por otra parte, estados unidos se comprometió a adquirir plata mexicana por 25 millones de dólares anuales, y dar a México los primeros créditos y préstamos externos en casi 30 años, para estabilizar su moneda y mejorar su infraestructura de comunicaciones -40 y 30 millones de dólares respectivamente- a fin de poder cumplir mejor con las demandas de la economía de guerra. A principios de 1942 se creo la Comisión Mexicano-Norteamericano de Defensa Conjunta -por primera y única vez en su historia, México seria aliado formal de Estados Unidos- y en abril de 1943 se entrevistaron en Monterrey el presidente Ávila Camacho y Franklin D Roosevelt: la primera reunión entre los presidentes de los dos países en 34 años y la segunda en la historia. El entendimiento de fondo entre México y estados unidos fue propiciado tanto por las necesidades norteamericanas de seguridad en su frontera sur y en el hemisferio occidental, como por la consolidación de los grandes cambios políticos y sociales que trajo consigo la revolución mexicana. En los años por venir, la relación entre los dos países experimentaría altas y bajas, y las contradicciones entre sus intereses nacionales se mantendrían en muchos años, como ya no volvería a darse el conflicto abierto del pasado, ese que varias veces amenazó con desatar la violencia cuando la diplomacia pareció agotarse.

   Cuando Ávila Camacho dejó la presidencia en 1946, volvió a darse una división interna del grupo en el poder. En esta ocasión fue secretario de relaciones exteriores, ideólogo del acercamiento con estados unidos y del restablecimiento de buenas relaciones con Europa, Ezequiel Padilla, y el que no aceptó un que la postulación del PRM para ocupar la presidencia fuera a dar manos de Miguel alemán, el abogado veracruzano, hijo de un General revolucionario secretario de gobernación. La pugna entre dos elementos del ala derecha del partido oficial no tuvo que el encono de la de 1940, y Miguel alemán triunfo oficialmente con 77.9% de los votos. Tras la derrota, las organizaciones de partidarios de Padilla se disolvieron. Con el gobierno encabezado por Miguel alemán se inició lo que se conoce como " autonomías sexenal". En efecto, esta vez el nuevo Presidente ya no se vio obligado como ocurrió con su antecesor, a reservar dentro de su gabinete un puesto para el Presidente saliente. Lo que quedaba del cardenismo simplemente desapareció de las posiciones importantes del administración y Manuel Avila Camacho ni siquiera intentó usar la cabeza de una corriente política relevante, simplemente se retiró a la vida privada.

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