El final del periodo presidencial de Lázaro cárdenas,
en diciembre de 1940, coincidió con la intensificación de la segunda guerra
mundial. El gobierno del General Ávila Camacho encontró la coyuntura
internacional particularmente favorable, pues la simpatía del gobierno mexicano
-que no necesariamente del opinión pública-por las potencias aliadas, le
permitió sentar como base de su gobierno el principio de la " unidad
nacional" ante las amenazas que surgían del entorno internacional. Así, en
nombre del patriotismo y la democracia, el nuevo Presidente se propuso
consolidar el centro del espectro político y neutralizar a los extremos de la
derecha y la izquierda.
Partiendo de lo que consideraba una situación de emergencia, el nuevo
gobierno dejó muy rápido de lado la visión cardenista del conflicto social e
ideológico -campesinos contra terratenientes, trabajadores contra capital,
estado contra iglesia-para colocar en su lugar una visión de colaboración
patriótica de las clases.
En el
plano de la ideología, y sin encontrar mayores resistencias, se puso fin a la
llamada educación socialista, remplazándola con una visión más convencional.
Ávila
Camacho se declaró públicamente " creyente", es decir, católico. Con
esta posición la relación iglesia - estado encontró un modus operandi
satisfactorio para ambas partes. A la iglesia católica se le dejó volver a
expandir su influencia en el sistema educativo privado y, en forma sistemática,
aunque informalmente, se le consultó en áreas en que tenía interés directo.
Este arreglo, con muy pocas modificaciones, se sostuvo por los siguientes 50
años.
El
movimiento obrero organizado, encabezado por la CTM, no tuvo ningún reparo en
detener su ofensiva sindical como contribución a una economía internacional de
guerra, que era el área en que México podría y quería hacer su esfuerzo
principal. Vicente lombardo Toledano dejó la secretaría General en 1941 y su
lugar lo ocupó Fidel Velázquez, que no nada de ideólogo y sí mucho de
pragmático. En 1942, la CTM y la CROM firmaron un pacto de unidad sindical que,
de hecho, eliminaba la huelga como instrumento de presión de la clase obrera.
La reforma agraria perdido ímpetu: el reparto de las tierras durante este
sexenio fue menos de un tercio de lo que había sido durante la presidencia de
Lázaro cárdenas.
En
materia internacional, México mantuvo una neutralidad con claras simpatías por
los aliados, hasta que, en mayo de 1942, dos buques petroleros mexicanos fueron
torpedeados por submarinos alemanes en el golfo de México: el " potrero de
llano" y el " faja de oro". Al finalizar ese mes, sin recibir
respuesta de Alemania sus reclamos, México se declaró " el estado de
guerra" contra las potencias del eje. La guerra llevó, de manera natural,
aquel modesto ejército mexicano se modernizará a marchas forzadas -se adquirió
nuevo y mejor armamento en estados unidos-, se profesionalizara y se creará el
servicio militar nacional, pues se le consideró necesario para una posible
defensa del territorio.
Para
entonces, y por disposición del Presidente Ávila Camacho, se había eliminado al
sector militar del PRM y se había declarado neutral al ejército en materia de
política partidista. Los militares con vocación política podrían afiliarse,
individualmente, a los partidos de su preferencia, aunque el sobrentendido era
que lo harían al PRM por la vía del sector popular. La tarea principal de las
fuerzas armadas -que en el nivel de gabinete quedaron bajo el mando del ex
Presidente cárdenas-fue la vigilancia de la costa del pacífico, que se supuso
que, en caso de presentarse en un intento de desembarco japonés en el
hemisferio occidental, especialmente en la península de California. Más adelante,
y como contribución simbólica al esfuerzo bélico, México envió un escuadrón de
caza -el 201, con 300 efectivos-al pacífico, y estaba preparando al segundo
cuando la guerra concluyó en 1945.
La
contribución más sustantiva de México a la guerra no fue militar sino
económica: la producción y exportación de materias primas. Este intercambio fue
regulado por un tratado de comercio, el primero del siglo entre México y
estados unidos. El otro renglón importante fue el envío de trabajadores a
estados unidos -programa de braceros -para sustituir a los jóvenes reclutados
por el ejército estadounidense. El llamado " acuerdo de braceros" fue
firmado en agosto de 1942. Para 1945, ya habían salido rumbo a estados unidos
167 925 trabajadores mexicanos, amparados por este documento. A ellos habría
que añadir un buen número de ilegales, de los que casi 100000 fueron
aprehendidos en su intento por cruzar la frontera además de 19021 trece fueron
legalmente aunque por su cuenta sin la protección del acuerdo. Finalmente, casi
un cuarto de millón de mexicanos fueron reclutados por el ejército
estadounidense, 14000 de ellos en calidad de combatientes, de los cuales hubo
alrededor de mil bajas.
El
cambio de prioridades, que la guerra impuso a estados unidos, dio por resultado
las condiciones necesarias para que México resolviera en términos muy
favorables algunos problemas de naturaleza político-económica que se venían
arrastrando desde hacía hace tiempo en la relación con los estadounidenses. Fue
así como entre 1941 y 1943 se llegó a una serie de arreglos en torno a:
El monto de la
indemnización de las empresas petroleras estadounidenses expropiadas en 1938 y
con las que aún no se había llegado a ningún acuerdo (30 millones de dólares)
La liquidación de
la deuda externa con los tenedores estadounidenses y europeos, y cuya falta de
pago se remontaba a 1914 (49.6 millones de dólares, equivalentes al 10% de la
cifra originalmente demandada y un plazo de 25 años) El pago de las
reclamaciones generales y de aquellos que tuvieron lugar durante la revolución
(40 millones de dólares) Por otra parte, estados unidos se comprometió a
adquirir plata mexicana por 25 millones de dólares anuales, y dar a México los
primeros créditos y préstamos externos en casi 30 años, para estabilizar su
moneda y mejorar su infraestructura de comunicaciones -40 y
30 millones de dólares respectivamente- a fin de poder cumplir mejor
con las demandas de la economía de guerra. A principios de 1942 se
creo la Comisión Mexicano-Norteamericano de Defensa Conjunta -por primera y única
vez en su historia, México seria aliado formal de Estados Unidos- y en abril de
1943 se entrevistaron en Monterrey el presidente Ávila Camacho y Franklin D
Roosevelt: la primera reunión entre los presidentes de los dos países en 34 años
y la segunda en la historia. El entendimiento de fondo entre México y
estados unidos fue propiciado tanto por las necesidades norteamericanas de
seguridad en su frontera sur y en el hemisferio occidental, como por la
consolidación de los grandes cambios políticos y sociales que trajo consigo la
revolución mexicana. En los años por venir, la relación entre los dos países
experimentaría altas y bajas, y las contradicciones entre sus intereses
nacionales se mantendrían en muchos años, como ya no volvería a darse el
conflicto abierto del pasado, ese que varias veces amenazó con desatar la
violencia cuando la diplomacia pareció agotarse.
Cuando Ávila Camacho dejó la presidencia en 1946, volvió a darse una
división interna del grupo en el poder. En esta ocasión fue secretario de
relaciones exteriores, ideólogo del acercamiento con estados unidos y del
restablecimiento de buenas relaciones con Europa, Ezequiel Padilla, y el que no
aceptó un que la postulación del PRM para ocupar la presidencia fuera a dar manos
de Miguel alemán, el abogado veracruzano, hijo de un General revolucionario
secretario de gobernación. La pugna entre dos elementos del ala derecha del
partido oficial no tuvo que el encono de la de 1940, y Miguel alemán triunfo
oficialmente con 77.9% de los votos. Tras la derrota, las organizaciones de
partidarios de Padilla se disolvieron. Con el gobierno encabezado por Miguel
alemán se inició lo que se conoce como " autonomías sexenal". En
efecto, esta vez el nuevo Presidente ya no se vio obligado como ocurrió con su
antecesor, a reservar dentro de su gabinete un puesto para el Presidente
saliente. Lo que quedaba del cardenismo simplemente desapareció de las
posiciones importantes del administración y Manuel Avila Camacho ni siquiera
intentó usar la cabeza de una corriente política relevante, simplemente se
retiró a la vida privada.
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