El 17 de noviembre de 1821 el gobierno provisional de la
república expidió un decreto en el que convocaba a elecciones de diputados para
el Congreso, que comenzó sus sesiones el 24 de febrero de 1822. Se llegó al
acuerdo de establecer la religión católica como oficial y única tolerada, de
dividir el gobierno en tres poderes; sin embargo, los diputados se dividían en
republicanos y monárquicos, y entre los últimos existían dos facciones:
iturbidistas, partidarios de Agustín de Iturbide, y borbonistas, deseosos
de ser gobernados por un príncipe español.
El 18 de mayo el sargento Pío Marcha encabezó una rebelión cuyo fin era llevar a
Iturbide a la corona imperial. El Congreso, presionado, decidió aceptar la
propuesta y coronó a Iturbide como Agustín I el 21 de julio.
Sin embargo, el poder legislativo ya tenía serios problemas con el
emperador, quien mandó disolverlo el 31 de octubre. Iturbide era ahora monarca
absoluto, lo que aunado a la pésima situación socioeconómica del país le
granjeó serios enemigos, como los viejos insurgentes. El 1 de febrero de 1823 Antonio López
de Santa Annalanzó el Plan
de Casa Mata que
desconocía a Iturbide. Las tropas imperiales del general José Antonio
de Echávarri, aunque eran superiores a los rebeldes, decidieron pactar con
ellos. Iturbide abdicó el 19 de marzo de 1823 y se exilió, aunque volvió un año
más tarde y el Congreso lo sentenció a morir fusilado.
Un nuevo gobierno encabezado por Pedro Celestino Negrete, Guadalupe
Victoria y Nicolás Bravo se encargó de
lanzar la convocatoria al Congreso Constituyente, cuyos trabajos iniciaron el 7
de noviembre con 99 diputados. El federalismo y el centralismo eran las
principales posturas políticas, defendidas por Miguel Ramos
Arizpe y Lucas Alamán,
respectivamente. La Constitución del 4 de octubre de 1824 consagraba el
federalismo, la división de poderes, la religión católica, los fueros
clericales y militares y las garantías individuales.
La primera elección presidencial fue disputada entre Victoria y Bravo,
quienes fueron electos presidente y vicepresidente respectivamente. En ese
entonces la política se dividía en logias: la escocesa aristócrata, apoyada por
Bravo, y la yorkina liberal, dirigida por el embajador estadounidense Joel Poinsett y Ramos Arizpe.
En 1827 se suscitó la conspiración del clérigo Joaquín
Arenas, apoyado por Echávarri y Negrete, con el propósito de reconquistar
México para los españoles. Este hecho provocó un fuerte sentimiento antiespañol
que desembocó en la expulsión de los peninsulares en diciembre de 1827. Los
españoles se llevaron su dinero y provocaron una crisis económica sin par.
Nicolás Bravo, jefe de la logia escocesa, se alzó en armas protestando por la
medida, pero Guerrero, de tendencia yorkina, lo derrotó y el vicepresidente fue
desterrado.
Para las elecciones de 1829 contendieron tres candidatos: Guerrero, por
los yorkinos, el antiguo realista Manuel Gómez Pedraza, postulado por la logia
escocesa, y Anastasio
Bustamante. Gómez Pedraza ganó la elección, pero los yorkinos se pronunciaron
militarmente y saquearon el mercado del Parián. El presidente electo
renunció y Guerrero fue reconocido presidente. Al tomar posesión, su inutilidad
para el gobierno le granjeó serias enemistades, aunque durante su mandato se
rechazó la Invasión
de Barradas, dedicada a reconquistar México. El vicepresidente Bustamante fue
comisionado para vigilar la costa de Veracruz a fin de prevenir otro intento
español de retomar México, pero con su ejército se pronunció contra Guerrero y
éste renunció en diciembre de 1829.
Guerrero marchó a las montañas del Sur, mientras Bustamante se hacía cargo
del poder. Traicionado por el marino italiano Francisco, Guerrero fue ejecutado
en Cuilapa el 14 de
febrero de 1831. El hecho provocó la sublevación de Santa Anna contra
Bustamante, quien renunció para que en su lugar quedara el presidente legítimo
desde 1828: Gómez Pedraza. Éste culminó el cuatrienio y en 1833 entregó la
presidencia a Santa Anna.
Sin embargo, Santa Anna no se presentó sino hasta el 16 de mayo y el
vicepresidente Valentín
Gómez Farías se
hizo cargo del Ejecutivo. En este período se rodeó de liberales como José María
Luis Mora, y dictó una serie de medidas como libertad de culto, supresión del
diezmo, desamortización de bienes clericales y supresión de fueros militares.
Indudablemente Santa Anna es la figura representativa de las tres décadas
de vida independiente, pues ocupó once veces la presidencia. Casi todas las
revoluciones de la época estaban relacionadas con él, según cuenta Lucas Alamán.
Estuvo en los dos bandos, fue federalista y centralista, fungía como árbitro de
la política...
No hay comentarios:
Publicar un comentario